La ley del menor esfuerzo
Los que se lanzan a la búsqueda de una musculatura poderosa o de una delgadez extrema no se detienen ante ningún obstáculo, por peligroso que sea. Por ejemplo, la ingesta de medicamentos camuflados bajo el nombre de “suplementos dietarios”.
Todo el mundo sabe que para estar bien alcanza con comer sano y hacer ejercicios, pero los ansiosos quieren magia y ¡la quieren ya! Acá va una guía para no meter la pata.
En muchos países la producción de estas sustancias no está regulada y suele ocurrir que contienen ingredientes que no concuerdan con el prospecto. Incluso está demostrado que el 30 por ciento de los suplementos que se venden en el mundo incluyen en su fórmula productos que no están indicados en la etiqueta y que, además, no tienen respaldo científico.
Esto no quiere decir que todos estos suplementos deban ser descartados, solamente hay que tener cuidado. Si se decide ingerirlos es aconsejable comprar los de empresas serias y que ofrezcan acceso para obtener mayor información.
Tenemos por un lado los suplementos que se ingieren para aumentar la musculatura, quemar grasas o para ambos fines. Estos son los que tienen más probabilidades de contener sustancias prohibidas, como anabólicos o estimulantes.
El que hizo más furor en los últimos años, en especial en los Estados Unidos, es la hormona del crecimiento. Si bien se trata de una sustancia que el cuerpo produce de manera natural, especialmente durante la pubertad, en la actualidad se le da un uso médico distinto y hasta la han llamado “elixir de la juventud”. La particularidad de esta hormona es que su producción decae a partir de los 30 años y para los 40 sus niveles son mínimos. Su suministro evitaría –o mejor dicho, retardaría– un achicamiento de los órganos y la columna, la pérdida de masa muscular, masa ósea, alteraciones en el sueño, la memoria, la resistencia al ejercicio y, en especial, aumento del tejido adiposo.
Lamentablemente, tiene mucha difusión y muchos deportistas amateurs y empresarios (ya que es costosa) se automedican con ella. Esto puede ser muy peligroso y quien la vaya a utilizar tiene que estar muy seguro de no padecer alguna enfermedad, porque la acelera.
Otra de las drogas usadas para la pérdida del tejido adiposo es el clenbuterol, muy común en los gimnasios, que hace perder grasas de manera casi mágica. El único problema es que la medicina lo utiliza como acelerador bronquial en enfermos terminales y su composición es similar a la de una anfetamina, por lo que puede reducir la sensación de fatiga, incrementar el estado de alerta y aumentar el metabolismo.
También está el DNF (2, 4 dinitrofenol), considerado la droga termogénica más peligrosa de los últimos tiempos.
La usan mucho los fisicoculturistas y los atletas profesionales. Nada se le compara como quemadora de grasa pero es un cóctel de drogas prohibidas que incluyen al clenbuterol, el cytomel y una combinación de efedrina, cafeína y aspirina. Los que usan DNF suelen sufrir efectos secundarios y los más comunes son insomnio, náuseas, excesiva transpiración, deshidratación y aceleración de la respiración, las pulsaciones, la presión sanguínea y el ritmo metabólico.
También están el xenical y el raductil, que trabajan sobre el descenso de peso y de apetito. Un tercio de los pacientes tratados con ellos suele perder un diez por ciento de su peso, lo que les permite reducir las enfermedades asociadas a su obesidad. Pero no están destinados a personas que quieran perder de uno a tres kilos, ya que el costo por los efectos secundarios es mayor porque estos medicamentos actúan reduciendo la cantidad de lípidos absorbidos en el intestino. Tomados de forma indiscriminada, pueden llegar a provocar disfunciones intestinales, cáncer de colon, daños endócrinos y adicción.
Para completar el panorama hay que mencionar a las hormonas veterinarias, que actúan sobre el aumento de la masa muscular y la pérdida de tejido adiposo. Se hicieron muy comunes en los últimos años ya que su nivel de concentración es muy alto, pero algunos detalles de profilaxis son un problema a futuro para aquellos que se creen parte del mundo animal.
Finalmente, quedan opciones más sanas como la garcinia cambogia, una fruta cítrica originaria de India y Asia, que ayuda a metabolizar las grasas, a disminuir el colesterol, a suprimir el apetito y a aumentar la producción de calor corporal (quemando de esta manera más calorías).
También está el Flax Seed Oil (aceite de semillas de lino), que contiene ácidos grasos esenciales que ayudan a aumentar el metabolismo basal, consumir más calorías y quemar grasa.
Otra opción es la lecitina, que se encuentra en todas y cada una de las células del cuerpo (es un componente fundamental en la membrana celular).
Su mayor concentración está en órganos vitales como el hígado, los riñones, el cerebro y el corazón.
También están los diuréticos y laxantes: pastillas o infusiones a base de diente de león, té verde, abedul, alcachofa, ciruela, todas plantas conocidas por sus propiedades diuréticas y digestivas.
Son eficaces en caso de problemas digestivos y de retención de líquidos pero no hay que abusar de ellos porque pueden favorecer la deshidratación.
Quedan el picolinato de cromo (chromiun picolinati), que ayuda a controlar las variaciones del nivel de azúcar en la sangre y en caso de dieta baja en hidratos evita los ataques de hambre, y la carnitina (en líquido o pastillas), que es un producto natural de nuestro cuerpo que permite quemar grasas eficientemente para ser utilizadas como fuente en energética.