Celeste Cid: en el cielo con diamantes
De su novio, Chano Charpentier a quien se refiere como "mi marido", sus problemas con las drogas -"estaba enferma", dirá en referencia a esa etapa oscura de su vida-, la excelente relación que mantiene con Emmanuel Horvilleur, el padre de su hijo, y una exitosa carrera como actriz protagónica de cine y televisión habla ella, la más linda de todas.
“¿Es sano?”, fue lo primero que le preguntó Celeste a su amigo Ludovico Di Santo, cuando el actor le dijo que tenía un candidato perfecto para ella. El hombre en cuestión era Chano Charpentier, líder de la megabanda de rock Tan Biónica, y efectivamente estaba sano. Chano tuvo sus viajes por el lado oscuro, igual que Celeste, y también es cantante, como el padre de su hijo y casi todos sus ex. “Cuando supe que se trataba de un músico no quise saber nada”, cuenta ella. “Por eso pregunté si estaba sano, limpio.” De cómo nació el amor con Chano hablará Celeste más adelante. También, del tiempo que pasó alejada de todo, curándose de eso que ella recuerda como una terrible enfermedad, una adicción a determinadas drogas que prefiere no detallar pero que la mantuvieron cautiva, problemática, triste.
Ahora que todo eso quedó en el pasado, Celeste prefiere concentrarse en el estreno de su última película, Aire libre, junto a Leo Sbaraglia, y en su vuelta a la televisión, de la mano de Sebastián Ortega en Viudas e hijos del rock and roll. En el cine Celeste interpreta a Lucía, una arquitecta de treinta años (igual que ella en la vida real) que parece atrapada en un matrimonio sin salida. “Hubo buena química con Leo, y eso era un desafío. En una escena yo no tengo puesto nada abajo, y él está completamente desnudo con su cabeza entre mis piernas, como si me estuviera practicando sexo oral. No llegamos a tocarnos, pero su cabeza está a dos centímetros de mi cuerpo. Fue muy fuerte hacerlo, porque uno es pudoroso también”, recuerda. La película está cargada de este tipo de escenas sexuales –todas fallidas, tratándose de un matrimonio que perdió el deseo– y situaciones de hastío conyugal muy logradas entre ambos actores. “Yo soy de retirarme antes, no entro en esas situaciones de maltrato en una pareja. No sé si eso está tan bueno”, dispara ella, hablando un poco de la película, otro poco de su vida personal.
–Sí, está bien retirarse a tiempo.
–Pero también está bueno durar. No sé cómo sería estar en pareja durante diez o quince años. El otro día me tomé un taxi y el conductor me contaba que tenía 30 años de casado. Me explicó que el consejo era hacer mucho la vista gorda y negociar, negociar todo el tiempo.
–¿Vos no negociás?
–Y, yo soy medio caprichosa, me parece. Bah, no sé, estoy aprendiendo a bajar el capricho.
–¿Cuál fue tu récord de duración en una pareja? El mío es de ocho años.
–Yo ni la mitad. Me re cuesta negociar, es un tema.
–¿Será porque sos muy libre?
–No sé, estoy justo en ese proceso. Aprendiendo que el tiempo de crecimiento es distinto al del otro, que a veces uno tiene más expectativa laboral y el otro quiere más tiempo libre. No siempre va de la mano todo, por eso es realmente difícil y me genera mucha admiración la gente que pasa tanto tiempo junta.
–Bueno, a veces es por costumbre o miedo a separarse, no siempre es algo admirable.
–Pasa que hay que laburarla y bancar los tiempos muertos. Actualmente hay una intolerancia a pasarla un poco mal, entonces la gente busca sólo lo que le da placer y no banca lo que requiere una relación. Las relaciones llevan tiempo.
–¿Qué cambia cuando hay un hijo de por medio?
–La negociación es diferente, porque hay una familia. Yo, por suerte, con el padre de mi hijo me llevo increíble. Emmanuel es lo más, es re buen papá, con él es todo lindo, es un tipo muy bueno. Todos los días hablamos por teléfono y nos llevamos muy bien, si no sería un bajón. ¿Viste cuando queda el nene en medio de las discusiones? Una cagada.
–¿Qué te enamora de Chano ahora?
–Chano me asombra, me hace pensar en cosas que yo no pensaba, tiene miles de cuidados conmigo. Él está en todo, es muy soñador y tiene un poder de ejecución tremendo. Él soñó lo que le está pasando con su banda y se ocupó de hacer todo para que ese sueño se vuelva realidad, y cuando lo logró, cuando tocó en Ferro, por ejemplo, se puso a llorar de la emoción por haber alcanzado eso que siempre quiso. Con Chano nos llevamos muy bien, nos entendemos mucho.
–Él habla de vos con un amor inmenso.
–Sí, es muy libriano, muy venusino, muy del amor.
–Romántico.
–Sí, es muy cuidadoso, muy atento, tiene esos rituales de abrirte la puerta, cosas de la vieja escuela que son muy lindas, te hacen sentir bien. Y es una de las personas más nobles que conozco. Noble, bueno, nunca está especulando. Eso me parece lo mejor.
–¿Qué te provoca que las fans estén tan regaladas ante tu marido?
–Las pendejas están desatadas, me causa gracia. En los shows se quedan en corpiño, completamente sacadas. Es un poco fuerte.
–Pero hay confianza de tu parte.
–Totalmente.
–Y claro, si sos la más linda.
–Sí, seguro, después de tres horas de producción. Tres horas y media para dejarme presentable.
–Estás mal de la cabeza. Bueno, volvamos a tu marido rockstar.
–Me divierte el jueguito de rockstar.
–Y sí, tenés un historial.
–Bueno, hay un patrón que se repite, ¿no? (risas).
–¿Por algún motivo en particular?
–Yo no lo tengo, la verdad.
–¿Cómo se encontraron la primera vez?
–Fuimos a una plaza a charlar.
–¿A una plaza?
–Sí, esa plaza que está en Libertador, cerca del zoológico, la que tiene la glorieta. Fue después de la entrega de los premios Tato, bien de noche.
–¿Fuiste toda producida?
–No, me puse un jogging. Me saqué el vestido de los premios y clavé un jogging, y eso a Chano le encantó.
–¿Y el maquillaje?
–Bien arriba, eso quedó intacto. Parecía Madonna, toda producida y en joggineta.
–Entonces, músico no, pero si es sano sí.
–Claro. Y mi amigo Ludovico Di Santo me lo re vendió a Chano, así que genial.
–¿Van a tener Chanitos?
–¡Ojalá! Me encantan los niños, y mihijo también quiere un hermanito, así que genial. André es hijo único y me loreclama mucho.
–¿Por qué hablás poco con la prensa?, ¿sos tímida?
–Sí, reservada más que nada.
–¿De chica eras tímida?
–Sí, mal, sufría un montón. Pero con la edad me fui relajando, aprendiendo a convivir más con mi parte errónea, a cagarme de risa con mis torpezas.
–¿Esa especie de fobia se traslada a la prensa?
–Hay momentos en los que se cruza el límite de ir a hacer una nota. Cuando salís de tu casa a llevar a tu hijo al colegio y hay dos autos que te siguen para sacarte una foto.
“Cada uno es libre de hacer lo que quiera, pero para mí el porro es nocivo como cualquier otra droga, porque es una droga”.
–¿Lo podés manejar?
–Sí, ahora sí. Tuve momentos terribles de persecución de la prensa que los padecí mucho, pero con el tiempo me relajé. Un día fui a buscar a mi hijo a la casa del papá y había un fotógrafo haciendo guardia. André lo saludó como si nada y ahí me relajé. Si no le afecta a él, está todo bien.
–También se metieron con tu salud, con cosas que de repente no eran ciertas.
–O sí, eran ciertas. Yo tenía un problema de adicciones, de salud, no lo niego. El tema era cruzar el límite de mostrar eso o no.
–¿Ahora podés hablar del tema?
–Con el tiempo sentí que tenía dos opciones: o deshacerme por completo de ese pasado enfermo que tenía y tratar de olvidarlo, o contar mi historia, no para evangelizar pero sí para ayudar a gente que estaba pasando por lo mismo. Lo mío fue realmente un rollo de salud: no estaba bien, estaba enferma, entonces después de atravesar todo eso siento que necesito alertar a los demás. No es que le quiera decir a la gente cómo tiene que vivir su vida, pero sí es importante informar. Cuando usaba más el Twitter, mucha gente me escribía contando sus problemas con las drogas y yo trababa de ayudarlos, de derivarlos al lugar indicado, ese tipo de cosas. La idea fue poder compartir mi trayecto.
–Sacar algo positivo de algo negativo.
–Sí, fue como darle un cierre más luminoso, pero sin demonizar.
–¿Y qué te pasa cuando sale otra actriz, como Dolores Fonzi, a decir que se fuma un porro delante de sus hijos?
–Cada uno es libre de hacer lo que quiera, pero para mí el porro es nocivo como cualquier otra droga, porque es una droga. Yo lo veo así, pero no demonizo a nadie que lo consuma, que lo exponga y que a partir de eso se genere un debate. Me parece bien.
–¿Cómo te curaste de esa adicción, de esa enfermedad?
–Parece un juego de palabras, pero para mí el porro es nocivo como cualquier otra droga, porque es una droga.”
–¿Esa especie de fobia se traslada a la prensa?
–Hay momentos en los que se cruza el límite de ir a hacer una nota. Cuando salís de tu casa a llevar a tu hijo al colegio y hay dos autos que te siguen para sacarte una foto.
–¿Lo podés manejar?
–Sí, ahora sí. Tuve momentos terribles curarte primero tenés que entender que estás enfermo.
–¿Cuándo entendiste que estabas enferma?
–Fue un proceso de unos meses y mucho trabajo. Entender por qué se llega a eso, contar con mucho apoyo es super importante. El apoyo es fundamental.
–¿De quién recibiste apoyo?
–De mi representante, de mi hermano, de mi familia.
–¿Llegaste a entender por qué no estabas bien?
–Las razones son muy íntimas para contarlas. Pero entendí cosas personales, lugares que me hacían mal, situaciones que eran dañinas.
–¿Y ahora tu vida social cómo es? ¿Dejaste de salir?
–Nunca fui de salir mucho, siempre fui de divertirme puertas adentro, con amigos.
–¿Tu hijo te cambió la manera de divertirte?
–Desde ya, pero también está la edad. En esa época en que me hacía daño tenía veintipico, a esa edad uno hace cosas diferentes que a los treinta, cosas que para veinte pocos sos un canchero y para treinta sos un boludo.
–Hay cosas que siendo grande no dan.
–Totalmente. Antes estaba ávida de nuevas experiencias, de información, con las hormonas a full. Pero cuando ves que hacer cierto tipo de cosas te empieza a afectar en tu salud, en tu trabajo, no las querés hacer más.
–¿Tuviste problemas laborales?
–Sí, problemas en general. Básicamente no me sentía feliz, era eso lo que me pasaba. No la estaba pasando bien, no me sentía tranquila.
–¿Ahora estás bien? Se te ve bien.
–Sí, ahora estoy muy bien, muy contenta. Creo que va a ser un gran año.
–Gracias, Celeste.
–No, gracias a vos.