Sexo: puesta al día
En el mes del amor, una actualización de los protocolos sexuales para la vida 2.0: de cómo fue la evolución del levante; de cómo el matrimonio igualitario tiene mucho que enseñarle al matrimonio heterosexual; de cómo las redes sociales eliminan el concepto de “ex”; de cómo el porno se volvió una amenaza para los amantes.
Cada vez más enredados, descubrimos una nueva zona erógena en nuestro cuerpo: el teléfono. El placer táctil de acariciar una pantalla se extiende a otras partes de la anatomía con infinitas terminales nerviosas y el hormigueo ahí, sí, justo ahí, sugiere lo que confirma el LED de 32 pulgadas: “¡Estalló la primavera!”. Acumulamos contactos con la retórica de un agente secreto (“contactos”, ya no “amigos”) y alumbramos fantasías de popstars o candidatos en campaña: la dignidad personal se mide en cantidad de “seguidores”. Rodeados de aparatos, necesitamos un manual de instrucciones para la vida cotidiana: los usos y costumbres de la era moderna redefinen el ciclo vital de una relación amorosa, pero sería un error pensar que sólo la vuelve más líquida: el matrimonio igualitario demostró que el vínculo puede tornarse más sólido.
En el mes del amor, teoría y práctica de los nuevos protocolos románticos. O cómo la modernidad se cuela entre nuestras sábanas y encuentra nuevas formas para el levante, la pareja, la separación y el duelo. O la venganza, si fuera cierto que en el amor, en la guerra y en la red todo vale.
EL LEVANTE: DE LA ESQUINA A LA PANTALLA
Originalmente creado con el objetivo de orientar a los automovilistas despistados, el GPS terminaría teniendo una gravitación fundamental en los protocolos del cortejo moderno: ¿quién podría haber pronosticado que 24 satélites en órbita a 20 mil kilómetros de altura serían la herramienta más efectiva para el levante? El 25 de marzo de 2009 se lanzó Grindr, la aplicación para smartphones que usa la geolocalización para indicarle al usuario a cuántos metros tiene una persona dispuesta a un encuentro amoroso. Como su spin-off heterosexual Blendr, lanzado dos años más tarde en respuesta a la demanda de las mujeres celosas de las posibilidades de sus amigos gays, la aplicación supuso una revolución en las conquistas: el teléfono nos indica que a menos de 100 metros hay alguien con ganas de hacerlo. Según el historiador inglés H. G. Cocks, los primeros anuncios personales se publicaron en Inglaterra allá por 1690, apenas 50 años después del nacimiento de los diarios modernos. En 1890, una revista británica llamada Adult inauguró las páginas de contactos con el romántico título de “Lonely Hearts”. La respuesta a la vuelta de correo podía suponer una tortura para los corazones solitarios. Hace apenas unos meses se lanzó Tinder, la última aplicación que usa el GPS como instrumento de levante (se dice que ya produjo más de 100 millones de encuentros íntimos) y que se promociona con el lema “descubrí quién está alrededor tuyo”. Más que nunca en la historia, el levante está al alcance de la mano: en el teléfono.
LA PAREJA: QUÉ SE PUEDE APRENDER DEL MATRIMONIO IGUALITARIO
Ahí donde medio mundo discuta las leyes igualitarias, los profetas del Apocalipsis dirán que llegan para destruir al matrimonio. Aunque las evidencias demuestren lo contrario: podría ser que lo hayan salvado. La newsmagazine yanqui The Atlantic sacudió los kioscos con una tapa que planteaba la tesis provocadora: entre dos manos masculinas entrelazadas, se acomodaba el título “Lo que los héteros pueden aprender de las parejas del mismo sexo”. En los Estados Unidos todavía no existe una ley federal de matrimonio para todos & todas como en la Argentina y otros trece países, y mientras la Corte Suprema discute el tema, la revista publicó estudios científicos que sugieren que las parejas gays son, en su mayoría, más felices que las heterosexuales, con menores tasas de conflictos, separaciones y divorcios. “¿Pueden los gays y las lesbianas enseñar cómo vivir en armonía?”, se pregunta, casi retórica, la cronista Liza Mundy. Y sus fuentes ofrecen una respuesta: después de años (¡décadas!) de una lucha cuya victoria parecía quimérica, las parejas gays volvieron a hacer atractivo el matrimonio como institución civil y lo reinventaron de una forma nueva que podría extender su supervivencia en el siglo XXI. “Las parejas del mismo sexo, al no dividir sus tareas en normas preexistentes de género, se acercan a la vida en común de una manera diferente que sus pares heterosexuales”, publicó The Atlantic. Así, el concepto eficientista de “especialización” llega al hogar: el que mejor cocina prepara la cena; el que gana más dinero aporta más a la economía casera. Es simple. El milenario matrimonio se adapta a la época de los teléfonos superdotados y las redes sociales omnipresentes: más que respetar convenciones atávicas, sólo necesita tomar decisiones inteligentes.
EL DIVORCIO: UNA GENERACIÓN QUE VIVE CON SUS EX PAREJAS
Condenados a eternizarse en un Día de la Marmota amoroso, no pueden despegarse de sus relaciones pasadas: la pantalla los atormenta con cada tiramisú que se come, con cada gatito que acaricia su ex. ¿Me gusta? “Un higienismo de la separación recomienda mantener distancia y no enterarse nada de nada pero, ay, es nomás prender la computadora, que ahí aparece: ostentando su rapidísima recuperación ante el duelo del divorcio, feliz con amigos, en la liviandad del sentirse libre.” Escribí esto hace tres años y, si fuera cierto que nadie resiste un archivo, la ubicuidad de las redes sociales ya eliminó el concepto de “ex”. Resiste. Mientras la tecnología ahora ofrezca una multitud de formatos para que te deje un novio o una novia (se registran desplantes por Facebook, SMS o, peor, Whatsapp: no valés ni el costo de un mensaje de texto), los gurúes tecnológicos no darán respuesta ni consuelo ante las dificultades de cortar un noviazgo en esta sintética vida 2.0: antes bastaba con evitar las zonas comunes, los lugares con riesgo de un ingrato encuentro fortuito. Con la certeza de lo escrito, aun en bits, Facebook le clava un puñal al despechado cada vez que chequea la “situación sentimental” del ex: del impreciso “estoy en una relación” al inequívoco “soltero/a”. La era digital promueve que nunca se rompa del todo con una pareja: el dejador podrá padecer la “culpa del sobreviviente”, al decir de Woody Allen, pero el dejado podrá llorar en silencio con las fotos falsamente añejadas de Instagram, podrá chequear cada bar que visite su ex en Foursquare, podrá extasiarse con los pasos de baile espasmódicos en los videítos de Vine, como cuando salían juntos. En sus promesas de cronologías y biografías perpetuadas para la eternidad, la red social impone el peor castigo para el romántico nostálgico: le impide olvidar.
EL DUELO: LA VENGANZA DEL CAÍDO
A fines del año 2010, el diario inglés The Guardian recopiló las cosas que perdimos durante la primera década de este siglo y, entre los disquetes, el Concorde y los mapas impresos, se destacaba un fetiche que había generado una próspera industria: el porno pago. La tecnología democratizó la producción y el acceso al material condicionado y lo hizo omnipresente y gratuito, al punto de que cualquier hombre puede tener a una pornostar muy cerca de la entrepierna (si guarda su smartphone en el bolsillo del pantalón, claro). En la era del Show del Yo, no es casual que la categoría “amateurs” sea la más frecuentada en los sitios de contenidos sexuales: ya en 2000, el investigador italiano Sergio Messina había bautizado como “realcore pornography” el subgénero de videos amatorios protagonizados por gente común, filtrados al mundo por voluntad expresa… o por venganza.
El prime time de nuestra televisión fue escenario del lamento de las famosas expuestas en su intimidad más doméstica, apenas actrices de reparto en una categoría nueva del siempre creativo mundo del porno y con sus aventuras compiladas en un DVD titulado Peteras que el mantero vende en la vereda por 25 pesos. La página realexgirlfriends.com es la tapadera más comercial y visible de un fenómeno moderno, expresado en su propia declaración de intenciones: “Videos auténticos de ex novias filtrados en venganza. Este sitio ha sido creado para todos los hombres que saben de lo que hablamos y se han grabado a sí mismos teniendo sexo. ¿Guardaste la grabación? Bueno, aquí es donde obtendrás la máxima venganza”.
¿Qué estará haciendo mi ex? ¿Estará saliendo con otro? ¿Seguirá sufriendo? A ver su Facebook...
¡Entremos a Grindr o Blendr a ver si hay algún chico lindo cerca de este bar!