Pablo Echarri: la era de la madurez
El galán nacional por excelencia triunfa en teatro, se afianza como productor y asume un compromiso desde la Asociación Argentina de Actores e Intérpretes. Además, defiende sin medias tintas el modelo político en el que cree. El paso del tiempo, la seducción, el amor, la hipocresía y la militancia después de los cuarenta.
¿Qué aprendió sobre la seducción en todo este tiempo?
–Es algo que yo siempre tuve como una herramienta, una forma, una característica de mi personalidad que es un poco innata. Lo que más aprendí y que más rédito me trajo fue la moderación, ser seductor cuando es necesario, esa seducción serial que uno ejercía en la juventud empieza a tener un verdadero sentido cuando uno sabe cuándo sí y cuándo no.
–Y puede usarse para todo.
–Yo creo en la seducción que es igual a amabilidad, a tener una actitud condescendiente con el que tenés enfrente y provocar un buen momento sea cual sea, no necesariamente en una situación amorosa. Propiciar un buen encuentro laboral es de alguna forma seducir a quien tenés al lado y provocarle un buen estado de ánimo para que esa persona pueda dar lo mejor de sí.
–¿Hay un poco de hipocresía?
–Sí, yo creo que sí.
–Es un artificio.
–Es que uno no puede andar por la vida cristalizando todo lo que siente y lo que piensa, no es lo más adecuado. Ser sincero hasta el suicidio no es una virtud, creo que sí lo es la moderación de eso. No soy hipócrita cuando no tengo que serlo, creo que he logrado entender los grados de hipocresía, a veces la mentira piadosa es absolutamente una virtud y la palabra “hipocresía”, como la palabra “mentira”, tiene un impacto negativo pero creo que en su medida hacen de las relaciones humanas un lugar un poco mejor.
–Justamente, usted definió la obra que protagoniza con Nancy Duplaá, El HDP del sombrero, como una representación del “amor en estado puro”.
–En carne viva. Porque los personajes pertenecen a una clase que no tiene dónde ocultarse, ni siquiera el vocabulario les da la posibilidad de no hacer estallar todo por los aires y de última ser hipócrita y mentir y meterse dentro de una estructura que es más intelectual. Estos personajes carecen de intelectualidad y, al momento de sentir, sienten con todo, y ese es el estado puro, porque todos sentimos de la misma manera pero nos expresamos de forma distinta y eso hace muchas veces que las relaciones puedan sostenerse a lo largo del tiempo porque el sentimiento es el mismo: un hombre traicionado, tiene deseos de matar.
–En el otro extremo se encontraría una pareja formada por dos personas públicas, que además manejan los recursos de la actuación.
–Y sí, de alguna forma eso nos da un bagaje como para enfrentar las cosas de forma diferente, a mi personaje lo único que se le ocurre es ir a buscar un arma y hacer todo lo que su coraje le dé.
–¿Y cómo es usted en situaciones extremas?
–He sido bastante brutal y bastante pasional en todo sentido y he actuado sin filtro muchas veces, pero he aprendido también las consecuencias que trae no ser cuidadoso en ciertos momentos y destruir, con lo fácil que es destruir y lo difícil que es construir, reconstruir ni te digo… Al igual que mi personaje, yo vengo de una clase social trabajadora pero muy tempranamente adquirí recursos para hacerles frente a esos sentimientos tan maravillosos pero tan difíciles de manejar que tienen que ver con el amor. Para construir una pareja, una relación madura, y si se quiere sólida, necesité evolucionar y encontrar recursos que en Dominico no tenía.
–¿Por qué eligió hacer precisamente esta obra?
–Creo que hay tiempo para todo, y este es un buen momento para disfrutar de la posibilidad de contar esta historia que, si bien está lejos de nosotros, grafica una relación de amor profundo y las dificultades para expresarlo. La verdad que es una alegría descubrir que un texto tan ácido, tan poco condescendiente con el público, puede llegar a tener una buena aceptación, también me doy cuenta a esta altura que con un texto más condescendiente tal vez hubiera tenido más aceptación.
–¿La creación de su productora también tiene que ver con esa búsqueda?
–Ese es el camino que abre el tener un espacio para generar cosas. Fue una necesidad de siempre, desde el comienzo, cuando daba los primeros pasos en este oficio ya tenía una especial atención al modo en que se realizaba. Estaba pendiente de obtener los recursos para poder cristalizar ideas que en muchos casos eran maravillosas y simplemente por no tener un motor fuerte de tracción para transformarlas en realidad han quedado en eso, ideas... Y bueno, me he frustrado muchas veces. A lo largo de todos estos años fui viendo de una manera muy palpable cómo el actor muchas veces se entusiasma, se ilusiona con un personaje, con una historia, con la posibilidad de filmar algo determinado y ser parte de algo que en un momento es un embrión y que muchas veces no se da cuenta cuál es ese estado embrionario y qué es lo que necesita ese embrión para crecer.
“Soy parte de una generación ya antigua de galanes, mal que me pese.”
–¿Se cansó de ser galán?
–(Piensa) Fue mutando el interés. Si bien nunca dejé el espacio, fui buscando cierta mutación porque llega un punto en que no te representa, creo que más allá de encontrar características nuevas en un personaje para no aburrirse, lo importante para mí era verme representado.
–Aparentemente es el último galán, tal como se concebía el término.
–Sí, creo que ha cambiado mucho el rubro en ese sentido y soy parte de una generación ya antigua de galanes, mal que me pese. En cada uno de los últimos trabajos fuertes que hice en televisión, pude contar un héroe y un galán acorde a los años que estaba transitando, que tenían que ver con el hombre en que me estaba transformando, con la concreción de mi familia, con los valores que se iban adquiriendo. Mi intención no es cortar ni despedirme del rubro, pero si me quiero tapar las canas y hacer un pibe de 25 años... me parece que voy a confundir.
–¿Ya está pensando en los 50?
–Es algo inevitable para el actor pensar en los años por venir porque es casi una cuestión antinatural; el artista en general trata de eternizar los momentos más productivos de su vida, pero yo siento que poder adelantarse e ir forjando esa productividad en lo que viene ayuda. A muchos compañeros les cuesta ver eso, pero trae buenas cosas… trae acomodarse a la realidad y poder analizar esto que estamos analizando: yo puedo ser un galán, pero soy un galán de otra generación. Estoy seguro de que ver eso como una virtud y como una evolución de quien fui me va a traer buenas cosas buenas y ahí también entra la producción.
–Un afianzamiento que también le permitió expresarse políticamente cuando durante mucho tiempo los artistas habían optado por “no pegarse con nada”.
–Creo que los artistas no se pegaban a nada porque no había nada a qué pegarse. Me parece que básicamente el gran cambio que hubo es ese. Vivimos en una época donde opinar es realmente una cuestión de libertad concreta y palpable. Compañeros nuestros con el grado de compromiso que tenemos muchos de nosotros, en otro momento sencillamente hubieran desaparecido. Así que creo que uno lo hace porque palpa y siente que se puede hacer pero también porque obviamente está sucediendo otra cosa.
–¿Aunque haya un riesgo?
–Existe un riesgo, pero creo que es tiempo de tomarlo. La militancia siempre fue una particularidad de la juventud, la consecuencia gravísima de los años de dictadura y el neoliberalismo posterior fue justamente la falta de compromiso y el que uno no deseara involucrarse, sobre todo por el descreimiento de la clase política. Pero eso llega y yo agradezco que haya llegado en este momento de mi vida. Lo hago por mis hijos, expreso mi idea y defiendo la idea política que creo que es la necesaria para conseguir un país verdaderamente grande como el que sueño. De lo contrario, creo que no le estaría dando a mis hijos la posibilidad de que en el momento en que a ellos les toque comprometerse, puedan hacerlo y vean las verdaderas consecuencias de eso. Yo veo las consecuencias de mi compromiso y no es igual comprometerme que no hacerlo. A mí comprometerme me ha traído ventura, más allá de problemas.
–¿Qué problemas le ha traído?
–El hecho de dividir las aguas. Cuando un artista trabaja para el público y no esgrime una posición política, de alguna manera mantiene oculta una característica que favorece a la venta masiva de lo que hace, cuando uno expresa una idea política divide aguas y para un sector se transforma en no-santo de su devoción. Es una decisión pensada y sentida.
–¿En esa decisión evaluó la posibilidad de que hubiera cosas que no le parecieran bien?
–Hay cosas que te exceden, por supuesto. Pasa que hablo de un ideal, yo en este caso apoyo un modelo concreto que expresa ese ideal y, por supuesto, al apoyar terminás apoyando l bueno y lo malo, no hay forma de dividir más allá de no estar de acuerdo con lo malo.
“Lo hago por mis hijos, expreso mi idea y defiendo la idea política que creo que es la necesaria para conseguir un país verdaderamente grande como el que sueño”.
–¿Y qué postura tiene sobre lo malo?
–Esas cuestiones malas, concretamente malas, que yo como ciudadano y como padre de familia busco que desaparezcan y que evolucionen en un futuro, no pueden opacar la búsqueda ideal. Yo busco un ideal determinado, si no expreso mi ideal corro el peligro de que otro ideal gane y cope esa parada, ideal que de alguna forma tiene cosas tan malas como el que yo defiendo, pero creo que eso ya es hilar más fino. Más allá de pedir que las estructuras políticas funcionen y que dejen lo malo para dar paso a lo bueno, no puedo dejar de apoyar lo que creo que es necesario para que otro ideal muchísimo más rígido y más conservador no nos tiña a todos, porque eso es lo que me coarta la posibilidad de seguir creciendo. Vengo de un barrio de clase media trabajadora donde para poder trascender necesito mi espacio, y yo peleo por que ese espacio sea cada vez más ancho porque si no los lugares de trascendencia son los de siempre.
–¿Le ofrecieron participar activamente en política?
–No, la verdad que no, pero tengo un trabajo políticamente activo en la Sociedad Argentina de Gestión de Actores e Intérpretes (S.A.G.A.I.), es una política social ligada directamente al gremio, a una mejora desde mi sector. Con sólo seis años, es una entidad que ha transformado el colectivo y hoy los actores estamos mucho más cubiertos y protegidos. Asumir un compromiso tiene que ver con encontrar un camino para mejorar las cosas, y yo ahí encontré uno que creo que es el que más me representa porque no me aleja del todo de mi actividad. Cuando uno decide meterse en la gestión política fuera de lo social hay algo que artísticamente deja de representar, yo lo he decidido a la hora de pronunciarme, pero creo que hay un paso previo y tiene que ver con poder mantenerse y que la política tenga que ver con lo social.
–Le tengo que preguntar por el descenso de Independiente.
–Bueno, pero no me voy a explayar.
–Como mujer, soy incapaz de entender lo que siente al respecto.
–Sí, la verdad que hablarlo con una mujer...
–Intente explicarme.
–Independiente forma parte de mi vida, está ligado a lo más... a lo más radical, lo más inicial. Tiene que ver con mis primeros pasos, las primeras pasiones, defender un cuadro, ser hincha, ponerme mi camisetita, que mi viejo me lleve a la cancha. Fueron las primeras cosas que sentí profundamente, las primeras veces que lloré profundamente y las alegrías máximas, yo de hecho he vivido el momento más glorioso del club, imaginate lo que puedo sentir en una circunstancia tan triste que representa tanto para un hincha, es realmente un dolor profundo y un duelo grande. Nunca lo hubiera querido, pero ahora espero que tenga que ver con tocar fondo y resurgir, creo que Independiente tiene todo el registro y la memoria para poder hacerlo.
–Podemos esperar que su regreso a la televisión coincida con la vuelta a Primera.
–Independiente va a volver pronto, de eso no tengas ninguna duda.
–Y usted también.
–Y yo también.
Asistentes: Paula Basso y Gimena Bugallo.
Maquillaje y pelo: Mar Castelli para Estudio Frumbolli con productos Lancôme.
Vestuario: Etiqueta Negra y Teran.