Verónica Lozano: “Vivo en el presente, por eso disfruto”
Decir que es divertida es quedarse corto. Decir que es ocurrente también. Esta mujer, que se caracteriza por ser multifacética y hacer todo bien, nos abrió las puertas de su casa y de su vida. Esta es la charla que tuvimos. Honesta, clara y muy amena.
Llegamos a su casa tarde por el tránsito. Vero estaba en plena preproducción. Con ruleros y shorts, caminando descalza, nos recibió como la perfecta anfitriona, completamente relajada. Nos invitó a tomar té, mate o lo que quisiéramos. En la mesa de apoyo había delicias para todos los gustos, y un florero con peonías la adornaba. Nos hizo sentir cómodos enseguida. Nos halagó con sus atenciones. Esta puede ser una interesante metáfora sobre ella, y lo confirma en primera persona en esta nota.
–Fue modelo, psicóloga, actriz, conductora de televisión y radio. ¿Qué es lo que más le divirtió hacer?
–En lo que más me siento identificada es como conductora de televisión. Me gusta más que la radio porque tiene un ritmo más vertiginoso y una presión que me estimula más. La radio tiene esa magia que es innegable, pero es otra cosa. Otro juego, otro riesgo, te exponés menos.
–Me imagino que con AM ya se debe sentir como en casa.
–Sí, pero es raro. Hay una sensación de que cada día se busca el programa. Lo que sí es garantizado es el clima, lo bien que nos llevamos y la energía que hay. Todo lo demás lo hacemos cada día.
–¿Eso es lo que le genera adrenalina?
–Sí. El estar buscándolo todo el tiempo, y por eso me encanta.
–¿Tiene proyectos nuevos para 2013?
–Seguimos con AM. Y es genial porque nunca firmamos contrato y hacemos todo de palabra, pero todos sabemos que lo seguimos haciendo.
–¿Haría otra cosa?
–Me gusta mucho el programa que hago y no lo cambiaría. Por ejemplo, el año pasado me ofrecieron hacer Graduados, pero tenía que dejar AM porque no me daban los tiempos… ¡y no lo dejo ni loca!
–¿Sumar otra cosa?
–Es muy difícil. Hoy estoy contenta donde estoy. Con mi familia y mi hija, estoy disfrutando mucho de todo esto. Y de esta estabilidad con AM también.
–¿Extraña algo de lo que hizo?
–No, nada. Cada cosa cumplió su ciclo y tuvo su momento. Sería como volver a un lugar donde fuiste muy feliz, cuando volvés no es lo mismo.
–¿Mira siempre adelante?
–Sí, lo pasado, pisado. Soy melancólica y me gusta regodearme en los recuerdos, pero vivo en el presente. Y lo cierto es que es lo único que tenemos que es real.
–¿La maternidad la cambió?
–Sí, cien por ciento. Todo lo que te cuentan queda pequeño porque es el relato de otro, es una experiencia intransferible. Es como un hachazo en la cabeza y en el corazón… y en las zonas bajas, literalmente (risas). Quedás a flor de piel y contactás mucho con tu parte femenina.
–Y cuando una es mujer y trabaja desde chica tiene su costado masculino en la superficie.
–Sí, es la forma de defendernos en este mundo masculino. Y con la maternidad te ponés de frente con lo femenino. A mí me puso en contacto con mi mamá también, porque perdí a mi vieja de chica y esto me llevó a ese lugar en el que la veía a ella y cómo era conmigo.
–¿Quiere tener más hijos?
–Es un tema que estamos conversando en la pareja. Yo tengo 42 años. Jorge quiere tener más hijos, por un lado a mí me gustaría, pero por otro la mujer es la que le pone el cuerpo a la maternidad. Si bien él es un gran padre, no es lo mismo. No es algo que tenga definido y no me queda mucho tiempo para decidirlo tampoco (risas). Así que por ahí Antonia se queda con sus hermanos más grandes, aunque son mucho más grandes que ella.
–¿Cómo se imagina dentro de diez años?
–A mí me gusta la tele, así que me imagino trabajando en la televisión. Si no es delante de cámara, puede ser detrás. Me gusta mucho la producción. En AM estoy detrás de todos los detalles y muy arriba de la producción. Y en el formato Popstar trabajé de lleno en la producción y me encantó.
–Tres deseos.
–Yo creo que a las cosas las hace uno, pero si pudiera pedir, pediría la capacidad de transformar lo que no me gusta en algo que me guste. Le pediría obviamente por mi nenita, para que sea eternamente feliz y que tenga el don de la risa. Creo que lo más importante como padres es poder darles a los hijos las herramientas para que puedan construir su propia historia. Y la capacidad de separar entre lo que es una proyección propia y el deseo de esa otra persona.
–Le queda un deseo.
–Le pediría a Aladino que no sea tan ladino.
–¿A qué le tiene miedo?
–A las enfermedades, al deterioro del cuerpo, a la vejez chota, decadente. Antes que eso prefiero que me tiren por una barranca. A no tener autonomía, a depender del otro. Puede ser porque mi madre estuvo mucho tiempo enferma y por eso tengo este contacto con el deterioro del cuerpo. Y es pesado, como hijo, ponerle el cuerpo a esto. Es algo que uno hace sin dudarlo, pero cuesta. Tratar de hacer algo sabiendo que no lo podés ayudar, esconderte a llorar para que no te vea… es choto.
“Creo que nosotros hacemos nuestra propia vida. Tengo mucha conciencia del día a día y de la relación con el tiempo. Si pido algo, le pido a Dios que me mantenga ese motor funcionando”.
–¿Fobias o algún TOC?
–La verdad es que no. Soy rutinaria, pero eso no aplica como trastorno obsesivo compulsivo.
–Nuestra generación es bastante visagra entre el modelo nuevo y lo tradicional.
–Entre el psicoanálisis y nuestras abuelas.
–Exacto. ¿Cómo se lleva con el psicoanálisis hoy?
–Bien. Hace bastante que no hago terapia. Hice mucho tiempo terapia freudiana, hasta que me dieron el alta. Al mismo tiempo sentí que era momento de vivir. A veces tener mucha información nos lleva a pensar tanto que no vivimos. Hoy me subo a la ola y dejo que me lleve.
–¿Cuáles son sus pasiones?
–Con Antonia descubrí que me encanta cocinar. Todas las noches cocino yo. Además, Jimena Monteverde, la cocinera del programa, me pasa unas recetas buenísimas y facilísimas y estoy fascinada con la cocina. También estoy falseando mucho con las plantas y las flores. En Uruguay tengo una huerta y la cuido mucho. Me he vuelto una Laura Ingalls cualquiera. Y me gusta.
–¿Está en los detalles?
–Sí. Igualmente es Jorge el más detallista y yo apren dí con él a estar en esas pequeñas cosas.
–¿Le quedan sueños por cumplir?
–Soy como te dije hace un rato, creo que nosotros hacemos nuestra propia vida. Si sueño algo es con tener la capacidad para hacer todo lo que quiero hacer. Tengo mucha conciencia del día a día y de la relación con el tiempo. Si pido algo, le pido a Dios que me mantenga ese motor funcionando.
–¿Le pide a Dios?
–Sí. Tengo una relación personal con Dios. Hablo mucho con él. Generalmente le pido por las personas que quiero… y a veces por las que no quiero también: “Tirale una onda a este flor de hijo de puta para que me deje de molestar” (risas).
–¿Qué relación tiene con la religión?
–Desde niña fui muy dedicada a lo religioso. Iba a misa, creo en Dios, soy católica apostólica romana. Hoy no voy a misa, pero tengo mi altarcito donde rezo. Ahí tengo a la Virgen y a Jesús, también al Gauchito Gil y un gordito Buda. Creo que todas son herramientas. En este mundo en el que vivimos, necesitamos aferrarnos a alguna creencia. Yo banco todo en la medida en la que te haga bien y no se transforme en una secta que te termine choreando plata. Ahí ya no va. Para mí lo más importante es no hacerle al otro lo que no querés que te hagan a vos. Y también me va el saber de la gente de campo porque es puro sentido común y muy natural, muy real.
–¿Sigue manteniendo esas raíces?
–Completamente. En lo más básico está lo real. Y respecto de las creencias, soy muy mística, creo mucho y me gusta creer. Yo le hablo a Dios y Dios me contesta. Pero soy abierta a las creencias que le hagan bien a cada uno.
–¿Es abierta respecto de los demás en lo terrenal?
–Siempre y cuando hagan lo que yo digo, sí (risas). Soy básicamente conciliadora y políticamente correcta, pero cuando algo no me va, no me va.
–¿Cuál es el valor más importante en una persona?
–La honestidad, la pureza, la capacidad de asombro. Conservar esa entrega, esa capacidad de juego más allá de los cascotazos de la vida.
–Está casi definiendo a un niño.
–Sí, es la elección de no perder eso. De nunca dejar de ser niño.
“Con Antonia descubrí que me encanta cocinar. Todas las noches cocino yo. También estoy falseando mucho con las plantas y las flores. En Uruguay tengo una huerta y la cuido mucho. Me he vuelto una Laura Ingalls cualquiera. Y me gusta”.
Estilismo: Maca Azumendi
Make up: Eugenia Grand para Frúmboli Estudio, con productos Lancôme
Peinó: Cristina Cagnina
Agradecimientos: Pilcha, Ricky Sarkany, Jazmín Chebar, Kosiuko, Uma, Ayres