La genialidad de la locura
Transgredir viene del verbo gradior, que significa andar, ir o marchar. De acuerdo a la definición de la Real Academia Española, transgresor es una persona que comete una falta, que no obedece o cumple una orden o que viola una ley o un estatuto. Pero en el mundo real que atropella nuestra vida de cada día, ¿que es una transgresión? ¿Es romper con todo o tener ideas distintas que vuelen más allá del yo? ¿Es romper con el sistema de valores o cambiar de un plumazo todas las reglas de juego?
“Habitualmente –explica nuestra columnista, la filósofa Victoria Nacucchio– asociamos al transgresor con un necio que se comporta de acuerdo con sus impulsos o sus deseos inmediatos. Muchas veces la transgresión es considerada como deficitaria respecto de las expectativas con las que una persona carga y nos olvidamos de que los grandes revolucionarios de la historia –conocidos y anónimos– han sido transgresores que superaron dichas expectativas y redoblaron la apuesta. Resulta evidente que la transgresión es la condición de posibilidad para cualquier tipo de innovación y el motor de los cambios de paradigma que vive una sociedad.”
Es en el desajuste entre deseo y norma que se cocinan todos los cambios.
Veamos un ejemplo. ¿Qué sería del guión de la exitosísima serie televisiva Mad Men si sus protagonistas, creativos publicitarios de fines de los años 50 y comienzos de los 60, hubieran preferido sólo limitarse a ganar dinero en lugar de transgredir las reglas del mundo publicitario?
Nuestro especialista en marketing, Guillermo Oliveto, lo explica. “¿Cuáles son hoy las profesiones de época? Diseñador de modas, chef, director de cine, creativo publicitario, DJ, diseñador gráfico, creador de contenidos televisivos…
¿Qué es lo que tienen en común todos ellos? ¡Son artistas! ¿Dónde está el valor? En la receta, en el toque personal, en la alquimia propia. El mundo de la creatividad tiene sus propias reglas, pero eso no quiere decir que no tenga reglas. Cualquiera que se aproxime a la creatividad dejando atrás el prejuicio y el dogma podrá verificar rápidamente que el mundo creativo también tiene un método. Dijo Salvador Dalí: “Hay menos locura en mi método que método para mi locura”.
En esta edición de El Planeta Urbano elegimos a Diego Armando Maradona como el gran símbolo de la transgresión. Nadie como él saltó sin red, fue y vino, estuvo tan solo en medio de tantos y siguió su propio instinto sin sentir que estaba traicionando ni su condición ni su clase. Sorprendió, atrajo y disparó –siempre por siempre– aquellos sentimientos encontrados e intensamente proporcionales al límite infinito del amor y odio, juntos, opuestos y tantas veces mezclados.
En el mundo de los negocios, hoy la transgresión marca la diferencia. En el mundo Maradona, transgredir es la rutina y la única manera de sobrellevar –sin que estalle la cabeza– la mirada de aquellos que lo convirtieron en divinidad a él que sólo fue, y será siempre, un auténtico y sensible mortal con todo lo que esto encierra de pecado, fuego y pánico a ser demasiado parecido a lo que él no querrá ser nunca.
“Los locos, los inadaptados, los rebeldes, los problemáticos, lo que van en contra de la corriente, los que ven las cosas de manera diferente, ellos cambian las cosas e impulsan el mundo hacia delante, y mientras que otros los ven como ‘locos’, nosotros los vemos como genios, porque la gente que piensa que está tan loca como para pensar que puede cambiar el mundo es la que lo logra.” (Piensa diferente, comercial de Apple, 1998)