Romina Ricci: manifiesto en contra de la pereza

Que Romina Ricci sea la mujer de Fito Páez es un dato mayor para los medios y un dato menor para nosotros. Porque, además de eso, es una gran actriz que prioriza el talento a la fama y que vive y se desvive por la crianza de sus hijas.

Romina llega puntual a la casona de San Telmo que elegimos para su sesión de fotos. Antes, por teléfono, nos dijo que le interesaba interpretar a la pereza entre los siete pecados capitales. Nunca supimos por qué eligió aquel pecado, pero después de entrevistarla y verla trabajar con un perfeccionismo casi obsesivo, nos dimos cuenta de que puede ser cualquier cosa menos perezosa. Romina asume muy en serio su trabajo. Investiga el origen de la pereza, se toma unos días para procesar la idea y propone un concepto fotográfico diferente al nuestro. Argumenta sus ideas, habla con el fotógrafo, le indica a la vestuarista qué tipo de ropa puede servir para representar la idea en cuestión y finalmente se sale con la suya. No hacemos lo que habíamos pensado nosotros sino lo que pensó ella. Una idea de la pereza diferente, que Romina explicaen esta nota y logra reflejar a través de las fotos.

 

–¿Con quién vive?

–Con mis dos hijas, nadie más.

–¿Ahora que se va a París, las deja solas?

–Con sus respectivos padres.

–¿Con quién viaja?

–Sola.

–¿Por qué decidió irse a París sola?

–Siempre voy a París sola. Amo París, Londres me pone muy nerviosa, prefiero toda la vida París.

–¿Y qué hace allá?

–Siempre algo hago. Ahora voy a filmar un video, a pasear, a ver a mis amigos franceses.

–¿Hace cuánto empezó a dirigir?

–Primero empecé a pintar, después a sacar fotos y después empecé a querer que esas fotos tengan una situación y poder expresar algo. Así vino el primer corto.

Después viajé a París a hacer el segundo, luego hice dos más acá y mañana me voy a San Pablo a grabar el cuarto.

–¿Por qué no hace televisión actualmente?

–Por elección, porque estoy en busca de otras cosas.

–¿Cómo qué?

–Quiero filmar mi película. Me gustaría ser directora.

–Es un gran desafío.

–No sé, para mí más que complicado es lindo, es apasionante, me divierte. No lo veo como algo muy complicado.

–¿De dónde aprende?

–Del cine que veo, del cine que filmé, que me filmaron. Tengo referentes que me gustan, pero ya encontraré mis propias formas.

–¿Cómo será su nuevo corto?

–Lo voy a actuar yo, porque a todos mis cortos los actúo yo, los escribo y los filmo.

Ya sé todo lo que tengo que hacer, y así no debo pedirle nada a nadie, no tengo que preguntar nada.

–Entonces, es toda una directora.

–Todavía no me siento ni directora ni nada, estoy en proceso. Mi primer largo lo voy a filmar el año que viene.

–¿Se basa en experiencias propias para escribir sus guiones?

–Sí, experiencias que después devienen en otras cosas.

–¿Le da miedo dejar su seguridad y reconocimiento como actriz para incursionar en la dirección?

–No, no pienso en eso. Si tuviera miedo a fracasar, eso ya sería un fracaso anticipado.

–¿Le teme a los cambios?

–No siento que sea un cambio, me manejo en el mismo lugar que desde los doce años, es el mismo ambiente.

–De todas maneras hubo un corte en su carrera, no hizo lo mismo desde los doce años. Cuando terminó de grabar la novela Verano del 98 se puso a vender milanesas de soja.

–(Ríe a carcajadas) Pero también era el mismo ambiente para mí.

–¿Vendía milanesas en el ambiente artístico?

–¡No, tonto! Era lo mismo porque estaba jugando a eso.

–¿No lo hacía por necesidad económica?

–Sí, también, pero me lo tomaba como un juego, me divertía.

–Cualquier otro se hubiera deprimido pensando: “¡Yo era famoso y ahora vendo milanesas!”.

–¿Famoso, qué significa ser famoso? ¿Que tenés plata? ¿Reconocimiento? ¿De qué, si ahora es famoso cualquiera?

–¿Entonces no era feliz con esa primera fama de Verano del 98?

–Quizás en ese momento me hacía más feliz salir a vender milanesas de soja.

¿Qué es la felicidad? ¿Estar en un programa de televisión y que te reconozcan por la calle? No sé, hay que ver qué significa la felicidad para cada persona.

–¿Para usted qué es la felicidad?

–Para mí la felicidad es estar con mis hijas y tener libertad. La libertad de la vida, de ser libre y hacer lo que uno quiera. Si querés vender milanesas, hacer una película, escribir, viajar, quedarte todo el día en la cama, estudiar… Eso es la libertad.

–¿El dinero da libertad?

–Sí, pero si no lo tenés, ¿qué hacés?

Hacés otra cosa y listo. Yo no tengo problema con eso, cuando terminé Verano del 98 me gasté toda la plata que había ganado en una viaje larguísimo por Europa.

Y ahora voy a hacer lo mismo, me voy a gastar la plata que gané durante el verano haciendo teatro en Mar del Plata en filmar mi corto y en un viaje a París y Berlín.

–¿Y después?

–Después no sé, puntos suspensivos. Eso también es la libertad, adecuarse a la situación sin estresarse.

–¿Cómo se lleva con el dinero?

–A veces hay y a veces no hay, es cuestión de acomodarse a la situación. Pero no voy detrás de la plata, me interesa más el hecho artístico que cuánto me van a pagar.

Hay gente a la que le interesa mucho la plata y creo que sufre más, porque cuando no la tiene debe ser muy heavy. Yo no tengo ese problema.

–¿Tiene la costumbre de poner su nombre en Google?

–Poco. El otro día un amigo me googleó y me dijo que parecía una vedetonga, porque aparecen un montón de fotos mías en pelotas. Pero bueno, es así, son las cosas que más salen, que más le interesan a cierto periodismo, lo que más vende.

  

–¿Qué le provoca ira?

–(Piensa) Ayer mi hija dejó medio kiwi abierto en la mesa de la computadora, y eso me provocó una ira espantosa. Después, la falta de respeto me pone muy mal. La mentira me pone mal, la gente que no va de frente me parece de décima, la gente que opina de uno sin conocer.

–¿Cómo cuida a sus hijas? (N de la R: Valentina, de 14, y Margarita, de 7.)

–Dándoles un buen estudio y un orden dentro de la casa. 

–¿Es una madre estricta?

–Re. Y a la vez creo que en eso está la libertad, en la organización. Si vos querés tener la libertad para escribir, por ejemplo, tenés que organizarte. Y así con todo.

–¿Cómo protege a sus hijas?

–Estando con ellas.

–¿Cuál fue la situación más reveladora que vivió con sus hijas?

–Valentina me ha llegado a decir: “Mamá, yo sé que vos hacés esto por nosotras, ¿pero no te parece que es hora de que empieces a pensar un poquito en vos?”.

–¿En qué se parece Margarita a su padre? (N de la R: el músico Fito Páez.)

–Margarita tiene siete años y es una Lady Gaga en miniatura. Es muy musical, como su padre, y es fan absoluta de Lady Gaga, la ama y es muy histriónica, muy artista. También toca el piano.

–¿Tiene buena relación con el padre de su primera hija?

–Sí, tenemos diferencias de organización, pero se van ajustando con el tiempo.

–Debe tener ese tipo de diferencias con mucha gente, siendo una persona tan organizada.

–(Ríe) Pasa que cuando no hay organización aumentan las probabilidades de que surjan fallas y errores.

–Anteriormente dijo que vivía sola con sus hijas. ¿Y Fito?

–Por ahora nos gusta vivir en casas separadas, pero mañana no sé.

–¿Es una premisa para usted vivir en casas separadas?

–No, no tengo ninguna premisa, no sé lo que puede pasar mañana.

 

–¿Le gusta dormir sola?

–Me encanta, con toda la cama para mí. Pero también me gusta hacer cucharita.

–Puede ir alternando entonces.

–Claro. Igual, con mi amor viajamos mucho por nuestros trabajos, entonces pasamos mucho tiempo separados.

–¿No se extrañan?

–No, está bueno tener un espacio de vez en cuando.

 

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