Alfredo Casero: "Convivir con mi parte femenina es lo que me hace una persona encantadora para las mujeres"

El actor cómico que revolucionó el género humorístico en televisión comparte su particular visión de la vida en una entrevista seria y delirante. Tan ecléctica como él y sus circunstancias.

 

Vos, ¿hace cuánto que no te vestís de mujer?”, pregunta Alfredo, un instante después de conocerme y saludarme.

–Yo nunca me vestí de mujer, no tuve esa suerte.

–¿Te animarías a un drag queen? Podés tener buen culo y sin tetas quedarías genial.

–Mmm, no sé…

–Me parece que andás con esa historia dando vueltas, tomalo en cuenta, ¿eh?

–Estaría bueno.

–No sé si estaría bueno, pero sé que es algo que estás pidiendo a gritos.

Así arranca la charla con Alfredo Casero, no bien baja las escaleras de su tranquila casa de San Fernando, en la que atesora cientos de objetos y recuerdos amontonados uno sobre otro. Allí trabaja, vive, arregla sus autos antiguos, restaura su motorhome y exhibe varias motos de colección.

Allí, también, en medio de ese living desordenado en el que reina la paz, Alfredo abre el juego. Provocando, como siempre.

–¿Hace cuánto que no se viste de mujer?

–En el teatro Ateneo, en 2007. Lo que más extraño de Cha Cha Cha son los personajes femeninos, caracterizarme de mujer.

–¿Cómo desarrolla su costado femenino?

–Convivir con mi parte femenina es lo que me hace una persona encantadora para las mujeres, lo que significa que tengo un 33 por ciento del quilombo solucionado. Tener el 50 por ciento del quilombo solucionado es imposible, pero estar bien con las mujeres hace que te quieran, y así tenés la posibilidad de vivir mejor, porque hay más mujeres que hombres. Y son mucho más inteligentes, piolas, ordenadas, divinas e interesantes que los hombres.

–¿Está hablando en honor al Día de la Mujer?

–Me chupa un huevo el Día de la Mujer.

–¿Por qué las considera más inteligentes?

–Son técnicamente más inteligentes. Aunque hay cada vez más brutas. A la mujer bruta me parece que no hay que cogerla.

–¿Le baja la libido?

–No, no me la baja, pero una mujer maleducada, bruta, que dice malas palabras, tiene una inseguridad atroz, y eso no me calienta.

–¿En qué situaciones puntuales cree que las mujeres son más inteligentes?

–Es biológico. En principio porque son más adaptables y no tienen el juego pelotudo de la testosterona demasiado alta.

–Entonces, ¿le atraen las mujeres muy femeninas?

–La mujer fuerte, para mí, es la mujer más hermosa. Es difícil ser fuerte, porque la tilinguería es lo primero que te sale.

–Y de los hombres, ¿qué le atrae?

–No he tenido relaciones con un hombre porque me gustan mucho las mujeres. Es como si me dijeran: ¿Te fumarías un sorete seco? No, no me lo fumaría. Es así de simple.

              

–¿Quién tiene la capacidad de ejercer poder sobre usted?

–Mi madre es mi dueña.

–Leí que usted era huérfano.

–Soy huérfano, mi madre es la mujer que yo elijo. La madre que me vino fue hermosa, divina, insuperable, y me ha enamorado todo lo que puede enamorarte una madre. Bien hija de puta, pero me enamoró.

–¿Y quién es su madre por adopción?

–Mi madre por adopción ahora es la mujer que amo, mi mujer. La mujer a la que amás, tu pareja, es tu madre. Darle ese lugar es darle lo más alto en la escala de las mujeres.

–Esa mujer, que es su pareja y su madre, ¿vive con usted?

–No voy a hablar más de mi situación marital. Estás grabando y eso me pone incómodo.

Alfredo –así le gusta que lo llamen– pone stop en el grabador y se dirige hacia la cocina. Cada media hora repite la misma ceremonia: se para, camina hasta la cocina, abre la heladera y saca cualquier cosa para comer. Y come feliz, al parecer sin preocupaciones por el estado de su cuerpo.

–¿Qué edad tiene?

–49.

–¿Está conforme con su cuerpo?

–Claro, si fuera por mí, Cormillot se podría ir a cagar.

–Se ve que no lo quiere.

–No me gusta que represente esa idea de decirle a la gente que es una mierda porque está gorda. Es un horror.

Uno es gordo o flaco por la genética que tiene, entonces hay que ponerse más bueno y comprensivo y no tratar al gordo como si fuera un alcohólico.

No es que la gente no quiera ser flaca, es que no puede. Nadie le dice a un viejo: “¡A vos se te tiene que parar la pija!”. No, le dan viagra y listo. A un gordo lo destrozan, lo descalifican, lo hacen mierda. Esos programas de televisión son inhumanos.

–¿Acudió a muchos médicos para adelgazar?

–No, yo adelgazo y engordo a voluntad, si quiero adelgazar simplemente dejo de comer, como poco y me dedico a hacer más actividad física.

–¿Cuánto tiempo le llevó entender eso sin frustrarse por su gordura?

–Yo nunca me frustré. Me molesta mucho la gente que le dice gordo a otra persona de manera despectiva, que usa la palabra gordo como insulto. Yo lo tomo como un insulto profundo, por eso me enojo cuando me dicen gordo.

–¿Aunque sea con cariño?

–No, yo no le diría gordo a un señor, no le diría puto a un puto.

–¿Nadie le dice “el gordo Casero”?

–Me lo dicen, y yo los cagaría cortando el cuello, porque me parece que no pueden decir “el judío Wainraich”.

El adjetivo es lesivo siempre, y hay que eliminarlo.

–Entonces, ¿a usted cómo se le dice?

–Alfredo.

–¿Tiene otro nombre?

–Ángel. Me llamo Alfredo Ángel.

–¿Algún nombre de cariño?

–¡Gordo! (estalla una risotada).

–Antes habló de su costado femenino, ¿en qué otros aspectos se manifiesta ese lado?

–Soy muy buen padre, me encanta ser padre a pesar de todo. El amor absoluto de padre es mi parte femenina.

El querer a un hijo, adorarlo, darle un beso, abrazarlo como una madre. Es una cosa increíble, me encanta.

–¿Cómo se llaman sus hijos?

–Nazareno, Guillermina y Minerva. Guillermina tiene dos hijos.

–Poca gente sabe que es abuelo.

–Sí, tengo dos nietos de 4 y 3 años. Creo que las mujeres tienen que ser madres jóvenes, para luego ser hembras libres.

–¿Le gustaría ser padre con su nueva mujer?

–Sí, ¿por qué no? Me encantaría.

–¿Se considera un padre ejemplar?

–Si no das el ejemplo a tus hijos, tu vida no vale un sorete.

De pecados capitales

“Si querés ver los siete pecados representados perfectamente, prendé la televisión. Son pecados capitales, por eso no tienen retorno. Si vos sos orgulloso no tenés retorno, si sos envidioso tampoco. La ira contenida trae fuertes enfermedades en el páncreas. Vivís mal, te hace mal al alma.”

–¿Qué pecado aborrece?

–El peor de todos los pecados capitales es la soberbia. Produce infelicidad, estupidez, soledad, guerras, imbecilidad. El orgullo separa a la gente, te convierte en un idiota.

–¿Y la gula?

–La gula te convierte en un gordo.

–¿Sufre ataques de gula?

–No, la gula en serio se manifiesta cuando estás desesperado por el poder.

Es no permitir que nadie te saque un poco de lo tuyo. Es la ambición desmedida por querer, por tener y por mandar para adentro. Comprar hoteles en Bariloche porque hay ceniza, quitarle todo al otro. Eso es gula.

–¿Cómo es su relación con el dinero?

–Lo uso, me encanta, lo pierdo, dejo plata para pagar algo y me olvido. No soy boludo, tengo muy en claro mis números, pero me molesta manejar plata. No soy gastador, no compro cosas al pedo, cuando compro algo pienso bien cómo lo voy a usar, cuánto tiempo lo voy a tener y después a quién se lo voy a regalar cuando lo recambie.

–¿Lo ataca la pereza? ¿En qué momentos?

–Sí, claro, me ataca de a ratos, pero me dura muy poco. La marihuana es un gran cultivador de perezosos. Yo trato de no estar al pedo, porque a mi edad ya me queda poca vida y muchas cosas por hacer. Hoy está lleno de pendejos de trece años que fuman faso y están todo el día pelotudeando en Twitter y nada les viene en su contra. Tienen una impunidad enorme. Hay mucha gente que conozco de mi edad que no ha hecho una mierda en la vida por fumar faso, empiezan a fumar a la noche, para relajarse, y después terminan fumados todo el día.

Hay que tener cuidado porque el faso te quema, te pone en un lugar de pereza que pocas veces tiene retorno.

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