Ludovico di Santo: “Me daré por vencido cuando muera”

 

"Nunca me gusta cómo salgo en las fotos”, dispara Ludovico, antes de empezar.

–¡No le gusta! ¿Y qué nos queda al resto de los mortales?

–El Photoshop hace milagros. Pero yo no soy una persona fotogénica.

 

–Claro, sale horrible, por eso lo contratan para hacer campañas y por eso su cara sale en todos lados.

–Bueno, esas son fotos profesionales, pero si mirás mis fotos caseras, en ninguna salgo bien.

–¿Y en la tele?

–Tampoco salgo muy bien, todavía no encontré mi perfil, como Julio Iglesias.

Primera conclusión de esta charla: Ludovico Di Santo no se considera un tipo lindo. Es algo inseguro, no le gusta cómo su cara se refleja ante las cámaras y se ruboriza cuando las mujeres, a cada paso que da, lo paran para decirle que lo aman, que es divino, que es su amor imposible y que si por favor no le molestaría hacerse una fotito con ellas. Ludovico, así como lo ven, es tímido, algo conflictuado y carga sobre sus hombros un pasado nada feliz. 

–¿Es cierto que estuvo muy deprimido durante dos años?

 

–Sí, conozco lo que es la depresión. Ha salido de ahí hace muchísimos años.

Tiene que ver básicamente con la pérdida del deseo. Había venido de Lincoln a estudiar y no me adaptaba, no encontraba lo que quería hacer, que era estudiar teatro y actuar. Una vez que encontré lo que me gustaba hacer fue muy fácil salir.

 

–¿Acudió a los antidepresivos?

 

–Cuando me recetaron el primer antidepresivo lo miré con desconfianza y dije: “Yo no me tomo esto ni en pedo”. Ahora de repente lo agarraría feliz, pero en ese momento fue como la revelación de decir: “Yo voy a poder”. Hay una parte muy orgullosa y narcisista de mí que me ayudó.

 

–Cuando sufría aquella depresión, ¿pensó en quitarse la vida?

 

–Hay momentos en los que uno piensa: “¿Para qué carajo me levanté? ¡No tengo ganas de levantarme!”. Pero no por eso me voy a poner un 38 en la cabeza con tres balas. Siempre tuve una luz roja que se prendía cuando las cosas se ponían peligrosas.

 

  

 

–¿Se sentía vacío?

 

–El vacío es un lugar que está lleno.

Cuando uno no sabe qué hacer, cuando está angustiado y deprimido, es porque está demasiado lleno de cosas. Hay que vaciar para dar lugar.

 

–¿Le pesaba el mandato familiar?

 

–La obligación de mi familia era estudiar una carrera universitaria, ese era el mandato. Y de alguna manera lo rompí.

 

–Pero le fue bien.

 

–Ahora, con el diario del lunes.

 

–Y antes, ¿cuál era el problema?


–Lo más difícil fue encontrar lo que me gustaba, lo que quería hacer, encontrarme a mí mismo. Después, el camino para conseguirlo también fue difícil. Laburaba haciendo publicidades y era malísimo, porque nunca quedaba en ningún casting. Estuve nueve meses para pegar mi primer comercial. Me acuerdo que el día anterior a quedar en un casting hablaba con mi vieja y le decía:

“Vieja, me costó tanto saber lo que me gustaba hacer, y ahora que lo sé me doy cuenta de que no sirvo para esto”.

 

–¿Y su madre qué le decía?


–“Tranquilo, nene, que ya va a salir.”

Su madre, obviamente, tenía razón. A Ludovico le salió todo, le salió eso y mucho más. Trabajó en varias tiras, hizo un papel jugado en la exitosa El tiempo no para y se consagró con El elegido, el gran éxito de 2011 de Telefé. Para ese momento ya tenía muy claro lo que quería. Sabía, sin lugar a duda, que quería ser actor, un actor con todas las letras. A partir de entonces, nada logró frenarlo.

 

–Una vez que supe lo que quería, la decisión fue: “Voy a lograr hacer lo que quiero hacer, y nadie me va a detener”. Rocky Balboa, en la película, decía:

“La victoria no está en la cantidad de golpes que podés dar, sino en la cantidad de golpes que podés recibir”. Y creo que es así. Yo vengo de bancármela de guapo. La vida es dura para todos, y para mí no fue nada fácil. Para conseguir lo que uno quiere hay que pelarse el lomo, hay que golpear puertas, ir y que te digan que no, que no, que no. Si tenés la suerte de que te digan que sí a la primera, genial, pero si te dicen que no durante nueve meses, vas a tener que aguantar hasta el mes diez, hasta el once. El que abandona no tiene premio.

 

–¿Nunca fue una posibilidad abandonar?


–Nunca.

 

–¿No tenía un plan B?


–No, ningún plan B. Abandonar no era una posibilidad. Yo me voy a dar por vencido cuando me muera, antes que eso, nunca.

 

–Se ve que es un hombre de fuertes convicciones.


–Creo que vengo de ahí, de saber que a lo que uno sueña no se renuncia, no se transa. Puede que salga y puede que no, pero peor es quedarse con la duda, instalado en la pereza y con esa incertidumbre. Es más seguro hablar de afuera, decir qué malo es este actor, qué malo es este jugador de fútbol… Bueno, andá y hacelo si es tan fácil. Uno de afuera ve todo más sencillo, pero después en la cancha no es tan fácil. Lo peor que hay es quedarse con la duda de si lo podría haber hecho o no.

 

–¿Alguna vez se cuestionó su profesión?

 

–Sí, mil veces, incluso cuando estaba trabajando.

En la primera tira que hice me encerraba en el camarín y me angustiaba, pensaba “¡Qué malo que soy, me quiero morir, no quiero venir más!”.

 

–Pero siguió yendo.

 

–Sí, porque renunciar no es una opción. Pero la duda está. La duda, la angustia, la incertidumbre, la sensación de impotencia.

–¿Todavía no se relajó?

 

–Un poco sí, ahora me acepto más.

 

–¿La aceptación vino después del éxito de El elegido?

 

–No sé, tiene que ver con un proceso, con las circunstancias. La tira El tiempo no para fue un trabajo muy importante para mí.

 

–¿Le costó mucho grabar las escenas con otro hombre en esa ficción?

 

–No, la verdad que no, para nada.

 

–¿Le incomoda el mote de galán?

 

–Yo hacía de gay y me decían galán. Hacía de drogadicto y me decían galán. Cualquier cosa que haga me van a decir galán.

 

–¿Cómo maneja el acoso de las mujeres?

 

–Me hago el boludo olímpicamente, y me funciona bárbaro. Cuando hay alguna insinuación les digo muchas gracias y sigo mi camino, me hago el boludo.

 

–¿Cómo maneja la tentación estando en pareja?

 

–En la tele no es mayor la tentación, es mayor la oferta, la propuesta. La televisión es una caja de fantasías, la gente se crea fantasías.

 

–¿Nunca tomó ventaja de esa situación?

 

–No, porque siempre estuve de novio, es como mi estado natural.

 

–¿Cómo lleva la convivencia?

 

–Recién ahora estoy conviviendo por primera vez, es más, estoy esperando un hijo para junio. Será varón.

 

–¿En qué situaciones es un trabajo la convivencia?

 

–En la aceptación de uno con el otro. Estar viviendo con una persona que tiene otros intereses, otras maneras, otros deseos.

 

 

 

 

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