Juan Martín Hernández: tímido, pero no tanto

Concibe la vida como una aventura. Entiende que hay pasos a seguir para alcanzar los objetivos y los da. No cree en la suerte dentro de la cancha, pero sabe que en la vida los hilos muchas veces se mueven solos.

 Después de googlearlo y encontrar fotos de él casi desnudo, confieso que pensé que iba a entrevistar a un hombre completamente desinhibido.

Cuando llegó al lugar de la nota con sus amigos, pensé que iba a tener que encarar al típico rugbier. Pero cuando el grabador se encendió, Juan Martín Hernández se sentó en un sillón y con soltura y coherencia contestó a mis preguntas, dando por tierra todos mis prejuicios.

 

¿Cómo se siente cambiar constantemente de locación? Esta cosa de no quedarse quieto.

 

–Hay muchas personas a las que no les gusta, a mí me encanta. Es decir, me gustó mucho pasar de Francia a Sudáfrica, y conocer dos culturas completamente diferentes.

 

–¿Extraña?

 

–Yo sé que mi lugar es la Argentina. Mi casa está en Buenos Aires y voy a volver, así que no me preocupa tanto. Aunque lógicamente extraño lo cotidiano, estar con la familia y los amigos. Mi idea siempre fue tomar esto como una aventura, y cuando termine, volver a casa.

 

–Está en los Pumas desde 2002. Sé que le voy a hacer una pregunta muy obvia, pero son dudas que todos tenemos. ¿Qué diferencia siente jugando para su país respecto de su club?

 

–La diferencia está en lo que estás representando. Cuando juego con los Pumas siento que soy parte de todas las personas con las que compartí momentos rugbísticos. Desde los compañeros de Mosquitos, cuando empecé, hasta hoy. Es un todo muy abarcativo donde entra el país entero, y personalmente lo que te digo, mi vida dentro de la cancha. Ahora, cuando juego para mi equipo en Francia, es otra cosa. Es un rugby profesional donde busco seguir aprendiendo.

 

–¿Podríamos decir que se fue para volver a jugar a los Pumas?

 

–Sí, claro. Cuando se eligen jugadores para la selección se mira a los que están jugando afuera. Pensé que ese camino iba a ser más conducente hacia mi objetivo. Y así fue.

 

–¿Es perfeccionista?

 

–Sí lo soy. Y siempre busco dar lo mejor. Si no, me hubiese quedado en mi club y tal vez nunca hubiera jugado en la selección.

 

–En varios lugares se dice que tiene la mejor patada del rugby argentino...

 

–No creo, no sé de donde salió eso. Hay muchos que patean muy bien. Yo entreno mucho, pero de ahí a tener la mejor patada...

 

–Le advierto que sale en varios sitios.

 

–¿Será por los puntos que sumé en el Mundial 2007? Sólo por eso se me ocurre que pueden decir algo así. De todos modos, no creo tener la mejor patada.

 

–¿Cree que arriesgó demasiado su físico yendo a jugar a Sudáfrica?

 

–¿Lo decís por la lesión en la espalda?

 

–Sí.

 

–No, porque esa lesión estaba latente desde mi nacimiento. Después de hacerme mil estudios descubrieron que tiene que ver con una malformación ósea congénita, y que en cualquier momento iba a saltar. Sucedió allá, pero podría haber sido en cualquier lugar del mundo indistintamente.

Mucha gente piensa que tiene que ver con el hecho de que el rugby sudafricano es más fuerte y de contacto, pero lo cierto es que en este sentido no tuvo nada que ver.

 

–¿Cómo sigue la carrera de Juan Martín Hernández?

 

–Qué buena pregunta. Ahora estoy jugando el último año de mi contrato en París con Racing Metro, y analizando opciones. Hay un equipo en Nueva Zelanda que está interesado, y que a mí me interesa mucho. También está la opción de volver al Stade Français, que es el club donde empecé cuando llegué a Francia. Veremos qué decido, pero probablemente me quede en este país un tiempo más. Para mí la aventura todavía no terminó.

 

–¿Le divertiría entrenar a los Pumas el día que se retire como jugador?

 

–Sí, pero más a los chicos. Me encantaría enseñarles a los que están por ser Pumas. Hay una magia en el momento previo que me gustaría vivir como entrenador.

 

–Basta de rugby. Pasemos a Juan Martín hombre. ¿Qué lo seduce de una mujer?

 

–La inteligencia. Me atrae más una mujer par, con quien pueda compartir mi carrera y la suya. Participar juntos de la vida del otro, tener una relación de confianza y amistad. Me gustan las mujeres que se mueven por sí mismas.

 

–Pareciera que no le gusta la rutina.

 

–No me gusta. Ahora, todos tenemos que tener una cierta rutina porque es lo que nos ordena. Y cuando nuestro trabajo demanda un cierto nivel de disciplina, aun más.

 

–¿Y respecto de la pareja?

 

–En este caso es fundamental para mí que ella tenga su vida, y que la rutina, en última instancia, derive de esa complicidad de compartir las cosas de cada uno.

 

–¿Qué lugar ocupa lo lúdico en su vida?

 

–Hoy y siempre, ocupa un lugar muy importante. Por ahí parezco serio en la entrevista, pero lo cierto es que soy un niño durante todo el día. En mi familia el deporte ocupa un lugar muy importante y haber crecido de este modo me marcó, indudablemente.

 

–En el deporte ¿cree en la suerte o en la dedicación?

 

–No creo en la suerte para nada. Creo que la dedicación es clave.

 

–¿En la vida?

 

–En la vida puede ser. Hay muchos factores externos que te condicionan constantemente. En la cancha, todo depende de vos. Afuera, hay demasiadas cosas que te afectan y que no podés manejar 

 

–¿Es tan dedicado en la vida como en el deporte?

 

–Menos. Soy más vago, más fiaca. Me cuesta mucho hacer trámites como pagar cuentas y esas cosas.

 

–¿Cábalas?

 

–No. Tuve algunas, pero las solté porque tuve muchas lesiones. Hoy entro en la cancha esperando dejar lo mejor de mí y salir de ella sano. Pero no se lo adjudico a ningún objeto.

                                                               

 

–Hoy elige París. ¿Qué ciudad elegiría en el futuro?

 

–Buenos Aires. Es mi lugar en el mundo, como te dije antes. Voy a volver.

 

–¿Un escenario perfecto?

 

–Que en nuestro país haya el mismo nivel que en Europa, y que uno se pueda dedicar a vivir del rugby.

 

–¿Qué es el placer para usted?

 

–Lo asocio con la felicidad. La felicidad no es constante, y con el placer pasa lo mismo.

Disfruto mucho de los pocos momentos que puedo compartir con mi familia y con mis amigos.

 

–¿Si tuviera que llevarlo a planos más materiales?

 

–Me gustan los buenos hoteles.

 

–¿Le gusta que lo malcríen?

 

–Sí, definitivamente.

 

–Si tuviera que elegir un solo placer en la vida, ¿cuál elegiría?

 

–Estar en Buenos Aires con mi familia y amigos. Yo vivo de viaje, imaginate.

 

–Cuando viaja, ¿qué no le puede faltar?

 

–Tarjeta de crédito, teléfono y pasaporte.

 

–¿Es adicto a la tecnología?

 

–Sí. Me divierte mucho. Es una forma de comunicarme, de informarme y de trabajar.

 

–¿Qué lugar ocupa en su vida?

 

–Es una herramienta, pero ocupa un lugar importante. Casi tanto como el rugby y la familia.

 

–¿Rugby, familia, tecnología?

 

–No. Familia, rugby, tecnología.

 

–¿Teléfono, computadora o smart TV?

 

–Teléfono, para comunicarme y divertirme. Ahora estoy a full con el Samsung Galaxy.

 

–Hay una pregunta que tengo que hacerle. ¿Cómo hizo el calendario?

 

–(Se ríe y parodia la situación.) Era muy chico, no tenía dinero. Fue apenas llegué al Stade Français, que es un club muy marketinero, y nos pidieron hacer las fotos con la intención de abrir otros mercados. Te confieso que me dio mucho pudor hacerlo, lo pasé muy mal.

 

–¿Cuál fue su motivación para hacerlo?

 

–No nos obligaron, pero sumaba, porque además es para beneficencia. Lo hice dos años seguidos, y en el segundo pedí hacerlo con ropa y me dijeron que sí, sin problemas.

Lo único que pensé fue: “¡Cómo no me lo dijeron un año antes!”

 

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