Juan Mora y Araujo: El Arte de Vivir
La respiración tiene una conexión muy fuerte con las emociones y con la mente. Si se aprende cuál es el ritmo de respiración correspondiente al estado de felicidad, se lo puede activar.
Juan Mora y Araujo es uno de los más destacados instructores de El Arte de Vivir en la Argentina, una fundación internacional, no gubernamental y no religiosa, que sin fines de lucro se dedica a desarrollar programas para la eliminación del estrés. También, como otros instructores, tiene otra profesión: es actor y director teatral, y da clases de yoga. Es un ser humano carismático y apacible, e irradia una energía muy especial. Conversar con Juan es un placer. Sus ojos sonríen todo el tiempo y su lenguaje gestual es tan transparente como todo lo que dice. Su voz es suave y cadenciosa, y el mensaje que transmite es claro: todos podemos hacer algo por mejorar la calidad de vida y bajar los niveles de violencia. Y estos son los pilares sobre los que se apoya El Arte de Vivir.
“En 2001–cuenta– yo tenía zapaterías y estaba con muchísimo estrés. Mi hermano mayor me recomendó este curso, y lo hice. Entendí que todo ese peso que sentía era producto de mi mente y eso fue revelador para mí.”
–¿Cuáles son los programas que propone El Arte de Vivir?
–Fundamentalmente, un curso de respiración donde se enseñan técnicas que tienen un efecto muy fuerte sobre el sistema nervioso, que además de aquietar la mente te hace sentir más feliz y con más energía. Se purifica el sistema porque se eliminan toxinas. Es muy marcada la diferencia que se experimenta cuando terminás el curso, que dura 6 días. Y lo más interesante es que es una técnica que cada uno puede practicar en su casa. Con 20 minutos de respiración diaria, cambiás completamente la manera de sentirte durante todo el día. La respiración tiene una conexión muy fuerte con las emociones y con nuestra mente. Cada emoción tiene un ritmo de respiración que la caracteriza. Entonces, si aprendo cuál es el ritmo de respiración correspondiente al estado de felicidad, puedo activarlo respirando. Buscamos que la mente se identifique con la quietud, con la paz y con la armonía a través de la respiración.
–¿Sirve para dejar de fumar?
–Sí, es el mismo curso. Muchas personas dejan de fumar usando la respiración. Yo dejé de fumar. Lo que hace es conectarte con algo muy profundo, muy central, y eso te cambia la perspectiva de todo en la vida.
–¿Qué es lo central?
–Es lo que permanece inalterable en cada uno, el Ser. Lo esencial en cada ser humano. Nuestro cuerpo cambia, nuestros pensamientos y emociones también, pero hay una parte nuestra que permanece. Y si conectás con esa esencia no cambiante, que es lo más verdadero que tenés, muchos problemas se caen. Porque la mayoría de los problemas son creados o agravados por la mente.
–¿Cómo cambió su vida ?
–Gracias al curso me di cuenta de que esencialmente puedo estar bien. Entonces, si esto es así desde lo más profundo de mi ser, puedo vivir mi vida desde otro lugar. Problemas tengo, como todo el mundo. Simplemente los encaro de otra manera, me ocupo en lugar de preocuparme, y tengo siempre la certeza de saber que más allá de todo, puedo estar bien. Hay otro cambio fundamental que tiene que ver con lo colectivo. Cuando uno se da cuenta de todo lo que estamos hablando, el contacto con el otro cambia. Uno empieza a preguntarse qué puede hacer por los demás, para ayudarlos a estar bien.
–¿De qué se trata el servicio que brindan en las cárceles?
–Dicen que una de las señales de la sabiduría es poder sentirse cómodo en cualquier lugar. En una casa, en una reunión social o en una cárcel. Este curso hace que todas las personas logren un sentido de pertenencia que fortalece esa sensación de comodidad. Creo que uno de los denominadores comunes de El Arte de Vivir es que no importa el ámbito donde se haga, a todos les genera esta actitud de mirar hacia fuera y ver cómo pueden colaborar para mejorar el mundo. No hace falta que las acciones sean gigantes: una simple conversación, cambiar el modo de relacionarse con los demás. En las cárceles se ve mucho. En los pabellones de El Arte de Vivir baja considerablemente la violencia por este cambio de actitud.
–¿Con qué creencias comulga El Arte de Vivir?
–Con todas. Es completamente abierto y si bien las técnicas tienen raíz hindú y en los métodos respiratorios de yoga, buscamos que todos se sientan cómodos. Hay monjas, rabinos, gente de todas las religiones que vienen a hacer el curso. Es espiritual en el sentido más amplio porque te conecta con tu ser, más allá de las religiones. Sri Sri Ravi Shankar dice: “Las religiones son como la cáscara de una banana. Todos se pelean por la cáscara, pero lo importante es la banana”. En el mundo en el que vivimos hoy, las demandas del afuera son muy fuertes. Y si no tomamos conciencia, nos pasamos el día gastando energía y no nos ocupamos de recargar. Y esto es clave. Recuperar la energía es importantísimo para poder seguir dando. El otro pilar es centrarse con uno mismo y conectar con el ser. Ver qué puedo hacer para estar mejor yo, y cómo puedo colaborar con los demás para que mejoren su calidad de vida. El movimiento es una de las constantes en la vida. Las meditaciones de El Arte de Vivir son hacer “absolutamente nada”. Solamente estar en el aquí y ahora. Los mantras sirven como punto de referencia para volver de los paseos de la mente.
–¿Se puede definir en pocas palabras El Arte de Vivir?
–Para mí El Arte de Vivir es “cómo ser vos, sin esfuerzos”. El aporte de El Arte de Vivir en estos tiempos es que la técnica es tan simple que sirve desde el primer día y dura para toda la vida.