Maju Lozano · Sin auriculares

Siempre talentosa, fue la voz de la mañana junto al maestro Lalo Mir por más de diez años consecutivos. Hoy es la copiloto de Santiago del Moro en uno de los programas de radio más escuchados del país. Tema, anuncio, cortina: el show recién comienza.


[dropcap size=big]S[/dropcap]us antebrazos hablan. “Fe”, dice el derecho, mientras el izquierdo homenajea, en tamaño extra large, a su adorada Virgen de Guadalupe. “Me lo hice hace tres veranos; fue una especie de arrebato místico ya que tenía el dibujo guardado hacía mucho tiempo y de repente me crucé con un tatuador que era devoto de la Guadalupe. Me pareció que era demasiada coincidencia. Y así fue. Muchos me dicen que es un tatuaje ultragrande, pero para mí está perfecto así. Total, ya abandoné hace rato el sueño de ser la heroína de una telenovela romántica”, suelta Maju y ríe, como a lo largo de toda la charla. Aunque también habrá momentos de los otros, de los que no buscan sonrisas ni remates jugosos.

A sus 45, y tras una década de haber trabajado codo a codo con Lalo Mir, este año se sumó al efusivo equipo matutino de Santiago del Moro (El club del Moro, de 6 a 9, también por La 100). “A Santi lo conozco desde hace años, empecé a trabajar en tele con él y hoy en día no lo tengo ni que mirar que ya sé qué está pensando. Sí tuve que acomodarme a todo un equipo nuevo y a una dinámica bien distinta”, comenta.

–Se trata, claro, de una audiencia más joven.

–Sí, y también mucho más voluminosa. El club del Moro es uno de los programas de radio más escuchados de la Argentina. Y te juro que eso se siente. El horario también es nuevo para mí, pero eso es lo que menos me preocupa.

–Hoy tu día laboral termina prácticamente a las 9 de la mañana, ¿qué hacés a partir de ahí? ¿Maratón de series, de televisión local?

–Soy de tele de aire pero sólo a la noche.  Miro Las estrellas e Intratables, no mucho más. Con las series que están de moda no me enganché jamás. Soy un cero. Tampoco soy de ir al cine. ustamente, el otro día, Santi me preguntó lo mismo: “¿Pero qué hacés todo el día? No mirás series, no vas al cine, ¿qué hacés?”.

–¿Y? ¿Cuál es la respuesta?

–¡No la sé! Escucho música, me pongo a ver cosas por la web, hago planes con mi hijo Joaquín o sola. Te juro que el día se me pasa muy rápido. Sé que suena extraño pero soy de gustos sencillos, puedo quedarme horas mirando la nada en el balcón con una copita de vino.

“La verdad es que me costó encontrar la tranquilidad y la paz interna. Casi no lo he contado, pero tuve épocas bravas, de mucho ataque de pánico.”

–¿No sos de salir mucho?

–No demasiado. Me junto con amigos a comer o vamos al teatro, pero en general prefiero quedarme en casa. El otro día mis amigas me llevaron a una fiesta. Y, la verdad, me quise ir no bien llegué. Estoy en una etapa muy poco sociable. No me quiero obligar a nada. Si me gusta estar en mi casa y lo disfruto, ¿por qué tengo que salir sí o sí?

–En general la gente tiende a querer “emparejar” a los solteros. Presentarles candidatos, armarles citas o salidas. 

–Sí, pero mis amigas más cercanas ya entendieron que no la paso bien en una fiesta si voy obligada. Estoy en un momento tranquilo, introspectivo. Vengo de parejas conflictivas, de relaciones que no estuvieron buenas y que aún así mantuve bastante. Hoy ya no tengo ganas de adaptarme a la vida de nadie. La verdad es que me costó mucho encontrar la tranquilidad y la paz interna como para rifarlas así nomás. No lo he contado mucho, pero tuve mis épocas bravas, de mucho ataque de pánico.

–¿Cuándo?

–Hace unos años. El problema es que nunca paré de trabajar y eso hizo que el proceso de sanación fuese muy largo, de unos cinco años, más o menos. Sí hubo  etapas en las que dejé de manejar porque directamente no podía. Recuerdo estar en el auto camino a Pura química y tener que frenar en medio de Panamericana y llamarlo a mi ex para que me venga a buscar. Julián (Varde, papá de Joaquín) se portó muy bien en esa etapa, fue muy compañero. Hice mucha terapia y estuve bajo tratamiento y medicación. Por eso te digo: no fue fácil recorrer todo ese camino de introspección y búsqueda, por lo que si hoy viene alguien a mi vida quiero que sea para divertirme, no para torturarme.

–Hablando de compañías, ¿por qué siempre te vemos o escuchamos junto a tal o cual conductor? ¿Para cuándo tu programa sola?

–Mirá, el año pasado estuve muy peleada con el medio por este tema. Y ojo que no es una cuestión de ego o de cartel, sino de esa concepción tan machista que dice: “Las mujeres deben siempre acompañar al hombre”. Yo a Santiago lo adoro y este programa lo hago chocha de la vida, pero me enoja que el medio sea tan antiguo y machista y que apenas te convocan a una reunión lo primero que te dicen es: “¿A quién te ponemos?”. Sacando el caso de la Negra Vernaci, única excepción, no hay mujeres con programa propio en las radios líderes. Si querés buscar algo así, tenés que irte a una radio online o independiente. Pero creo que es inminente la llegada de las mujeres a las radios grandes.

–¿Qué te pasó cuando escuchaste las denuncias de acoso sexual hacia Ari Paluch?

–Era un poco un secreto a voces. Los que laburamos en la radio hace mucho que sabíamos de su mala fama. Y, la verdad, me parece fantástico que se haya ventilado por todos lados. Que se destapen todas las ollas posibles, como en Hollywood. Sin duda, es un bajón total que haya sucedido todo eso, pero sería peor que esas historias no salieran a la luz. Hay que desnaturalizar para siempre el acoso laboral.

“Hace más de diez años viví una situación bastante desagradable con un productor de televisión que, básicamente, me dijo: ‘Si te encamás conmigo tenes el trabajo’.”

–¿Vos viviste alguna situación así?

–Mmm, no la llamaría acoso, pero hace más de diez años viví una situación bastante desagradable con un productor de televisión que, básicamente, me dijo: “Si te encamás conmigo tenés el trabajo”. En ese momento traté de tomármelo con humor, y digamos que así logré zafar de la situación, pero apenas pude le solté todo. Él, encima, no sabía que yo conocía a su mujer, y cuando se lo hice notar, enseguida reculó. Fue muy feo. Volviendo al tema, creo que lo importante es que estamos desarmando ese entramado nefasto de machismo y prepotencia, y en eso, como en otras áreas, creo que el movimiento de #NiUnaMenos tuvo mucho que ver. Antes te trataban de resentida si contabas algo así.

–¿Hay razones para creer que estamos mejorando, entonces?

–Yo creo que sí. Es un camino que recién empieza, y falta un montón, pero me parece que mi hijo, sus primitos, su generación, están criándose de manera distinta y que a ninguno de ellos se les ocurrirá hacer algo así. Ni tampoco pensar que la mujer miente cuando denuncia que alguien la golpea o maltrata. Nuestra generación se crió minimizando la tocadita de culo. Pero hoy los hombres tienen otros límites. Y se los tendremos que marcar nosotras, como madres, como amigas, como novias. Como mujeres que sabemos que un no es un no.

 

 

 

 


Styling: Gimena Bugallo y Florencia Herrera

Make up: Paco Dessaner

Piel: Avène Argentina

Uñas: Fátima Castillo

Pelo: Ivana Cella para Bertran Hair

Agradecimientos: Alló Martínez, Cher, Valdez, Roma Renom, FH Accesorios

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