La joya escondida

Las repúblicas que conformaban la ex Yugoslavia se siguen posicionando en el mapa turístico europeo. Todos los que fueron las recomiendan porque combinan antiguas y bellas ciudades con playas increíbles.

 

En los últimos años, y luego de la reconstrucción de lo que fuera la antigua Yugoslavia, sus repúblicas independientes fueron cobrando importancia turística. De ellas, Croacia se convirtió sin duda en un must.

 

 

 

Hay mucho para ver en ella, desde la encantadora capital, Zagreb, hasta las ciudades de la Dalmacia, alineadas sobre el apabullante mar azul, sobre todo Dubrovnik y Split. Pero una gema viene ganando terreno en lo que a lugares fashion de verano se refiere: la encantadora isla de Hvar, quizá la nueva Mykonos.

 

 

Rumbo a la ciudad

 

 

Cuando el viajero embarca en el puerto de Split, dejando atrás las magníficas ruinas del palacio de Diocleciano, no imagina jamás que va al encuentro de una de las más remotas y sofisticadas islas del mundo. Hvar aparece ante nuestros ojos lentamente, mostrando su perfil apenas montañoso, para ir después acercándonos la silueta de su iglesia, presidiendo una plaza rodeada de cafés que termina en el puerto, mientras se termina de recortar una costa orlada de tiendas, restaurantes y pequeños y encantadores hoteles… y kilómetros de los más variados y lujosos yates: ya desde antes de llegar la isla nos declara su carácter regio.

 

 

Por las playas y el centro

 

 

La caminata obligada (y es hermoso caminar por Hvar) comienza en la plaza principal, que está rodeada de edificios de estilos gótico, renacentista y barroco. La iglesia de San Esteban, construida en el siglo XVI, el teatro antiguo, el convento de los franciscanos y la fortaleza española son puntos ineludibles.

 

 

Luego, por la Riva, la mirada puesta en el hipnótico Adriático, pasarás por deliciosos cafés recostados sobre la playa (no perderse el Hula Hula y su sunset), reposeras dispuestas libremente sobre el pedregullo marfil que da al mar y restaurantes más o menos ostentosos.

 

 

Si la elección es algún pequeño hotel de los que se encaraman sobre la cuesta de la elevación oriental, la vista de los atardeceres sobre el mar será inmejorable. La playa de Stari Grad al norte, y la de Stari al sur, son las más frecuentadas de la isla.

 

 

 

Y un poco más allá

 

 

La beautiful people va un paso más allá. Ellos y ellas, en grupos no muy numerosos, alquilan goletas cargadas de champaña y pescados para pasar un largo día que terminará quizá bailando en alguno de los clubes que Carpe Diem tiene en las cercanas y deshabitadas islas de Stipanka y Min.

 

 

Allí se puede nadar desnudo, almorzar y cenar sobre el barco o en las instalaciones del club y participar de las raves nocturnas que no tienen fin. Para el fin de la noche, mientras por el costado menos explorado de la isla amanece, el aroma a lavanda recibirá a los jetsetters para prepararse para una nueva y divertida jornada.

 

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